miércoles, 5 de agosto de 2020

FIEL EN SU RAZÓN DE SER.

Viento de rostro siniestro,

olor que altera el recuerdo,

pebetero permanente,

de un ardiente fuego eterno.

Amores que van tornando,

remodelando sus aspecto,

cincelando sus aristas,

con otros nuevos deseos.

 

El beso cambió de nombre,

suspiro de amor perfecto.

Labios en bronce bruñidos,

no descubren sus secretos.

Boca que entreabierta enseña,

la profundidad del miedo.

Sedujo a la piel el beso,

con su poderoso aliento.

 

La voz se fue dilatando,

por el calor del deseo

y asomándose en el tiempo,

vio su interior al acecho.

El amor cruzó los dedos,

tiempo que abate y mutila,

con la afilada cuchilla,

de su poderoso acero.

 

La mar no sabe de amores,

ni de aventuras o cuitas,

engendra la ira su vientre,

para defender su carne,

de la maldad que la agrede.

Cual gigantesca garganta,

grita su poder altiva,

en un clamor que ensordece.

 

Se fue fundiendo la noche,

con el canto de las sombras,

sordo croar de las charcas,

de vida nocturna ahítas.

El ulular del carabo,

sobre la luz que palpita,

de la lunática sombra,

que en el espacio gravita.

 

Vida bordada de luces,

de oscuridades que miran,

reflejos en los cristales,

que en los espejos seducen,

como seductoras ninfas.

La imagen cuelga del tiempo,

cambiando como la brisa,

proyectada en sus anhelos.

 

Canta el ruiseñor sin prisa,

en su devenir sincero.

Fiel viajero que transita,

a la falsedad ajeno.

Vuela la verdad con él,

en cada pluma que brilla.

Trina en su razón de ser,

en su perfecta armonía.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

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