domingo, 1 de noviembre de 2020

EN LO PROFUNDO DEL BOSQUE.

Bosque oscuro se transita,

arropado en luz de aurora,

verde intenso entre las hojas,

fuerte olor a magia y mística,

espesa y profunda sombra.

 

Caminaba sin descanso,

penetrante la mirada,

febril deseo de esperanza,

en unos ojos que hablan.

Versátil lengua se agita,

en la boca que se agranda,

y atardeceres de nácar,

levantan sueños que abrasan.

 

El verso cruzó la sombra,

rima al socaire se abraza,

de las pasiones internas,

que celosas se levantan.

Saltan letras junto al ritmo,

de las estrofas que bailan,

y no se detiene el viento,

aunque la vida se acaba.

 

Borrar de un solo soplido,

las quejumbrosas pisadas,

y danzar sobre la arena,

con las manos en la espalda.

Beber del mar del olvido,

para recrear la añoranza,

y rememorar los mimos,

perdidos entre las sábanas.

 

El cambio nació del germen,

sembrado entre las mañanas,

luz de luna en lontananza,

asomada a la ventana.

Giró en sentido contrario,

el planeta en su amenaza,

y se fueron derrumbando,

las ideas que le acompañan.

 

La voz cuajada de gestos,

pura canción que gritaba,

del fondo de la caverna,

surgió como una tormenta,

vibró en el pecho alarmada,

y en el alba de los sueños,

se silenció su asonada,

muda quedó entre la niebla.

 

Quedose la vida en calma,

esperando a que llegara,

rictus de amor en los labios,

ojos mirando a la nada,

melodía entre los brazos,

colmados de sus andanzas,

y un bello cántico cálido,

saliendo de la garganta.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

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