domingo, 1 de noviembre de 2020

EN EL INTERIOR HABITA.

El monstruo camina dentro,

sigilosamente habla,

con voz airada reclama,

se agita inquieto en su calma,

poder que al nervio transciende,

que domina y arrebata,

señor del reino interior,

que puede abrazar o mata.

 

El tiempo borró las huellas,

nebulosa que se alarga,

sombra grisácea y opaca,

pasión de arrebol pintada,

amor entre las tinieblas,

versátil cual goma elástica.

Pisadas que se diluyen,

como el agua derramada.

 

Poeta que se desnuda,

carne abierta a las miradas,

la voz interior llamando,

a la otra voz que le habla,

la sangre besando el órgano,

que la emoción le demuda,

bañado en néctar soñando,

entre las musas que bailan.

 

Alarga la mano el viento,

para alcanzar la mañana,

y se deshacen los grumos,

de las mentes aniñadas.

La nube busca a la luna,

para poder abrazarla,

y se van quedando solas,

las lágrimas derramadas.

 

Amor de efluvios y mimos,

ágil mente enamorada,

dolor y placer ocultos,

verso al borde se desata.

Enarboladas pasiones,

al viento preñando saltan,

innumerables los ecos,

de innumerables palabras.

 

Monstruo que dentro palpita,

cohabitando con el alma,

afiladas son las garras,

abiertas fauces que braman.

De sus múltiples heridas,

la humanidad se desangra,

voraces son sus maneras,

son crueles sus dentelladas.

 

La mano extendida quiere,

alcanzar lo que le falta,

y no escatima en caricias,

mano alargada que ama.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

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