El verso nace y se hace,
vive la rima cautiva,
que para ser liberada,
apela a la melodía.
La estrofa camina erecta,
desgranando sus teorías,
así, transforma el poema,
así, canta la poesía.
El duende sueña y trasciende,
mientras el mago cautiva,
sus pases mágicos sienten,
el soñar de quien le mira.
La magia así se transforma,
por mor de la fantasía,
en un delirio constante,
que atraviesa sueño y vida.
Verso que sabe a canción,
rima que al tiempo cautiva,
palabras que profundizan,
bordadas de alma y reliquias.
Verso que habla y enajena,
que reaviva el corazón,
rima cual acordeón,
que se acorta o que se estira.
El verso, es como un halcón,
que ve el mundo desde arriba,
oteando cada partícula,
cada hoja, cada esquina,
cada escondido rincón,
ojos de sabiduría.
Despliega su majestad,
más allá de las colinas.
Verso que crece naciendo,
del corazón que respira,
mente y órganos unidos,
para sangrar por la herida,
de las vivencias pasadas,
del caminar día a día.
Como hoja en la brisa vibra,
como un brote va creciendo.
El tiempo espera a la rima,
que va brillando a su encuentro,
rima y tiempo se acompasan,
para dar al verso acento.
Se queda en trance la voz,
entre los labios latiendo,
unos labios con sordina,
late el pulso, nace el día.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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