lunes, 8 de febrero de 2021

TIEMPO QUE MARCA Y SEÑALA.

El tiempo va jalonando,

los pasos que da la vida,

marca el paso cual soldado,

secretos va desvelando,

así, descubre el carácter,

da calentura a la sangre,

y en su sentencia constante,

marca el destino sin prisa,

                        

Sendas que nunca se hollaron,

simas negras insondables,

cerebros inescrutables,

caminos que se borraron,

y metas que se alejaron,

mientras se acerca el destino.

Se diluye la memoria,

entre recuerdos desvaídos.

 

La faz de la Tierra cambia,

como la piel se avejenta,

que el fiel tiempo desentraña,

va mutando pelo y cara,

plata, transparente y nácar.

Surcos de hollar sin descanso,

buscando una nueva estampa,

e invisibles cicatrices,

que surcan sin ver el alma.

 

Un nuevo mapa se extiende,

sobre el rostro que se escapa,

señalando cada ciclo,

cada pasión alcanzada.

La voz se torna aceitosa,

más grave, más matizada,

y el cabello se desprende,

como una lluvia de plata.

 

El tiempo altera y confunde,

clarifica y adelanta,

va avanzando o se retrasa,

según la fuerza que emana,

y va dejando regueros,

por el sendero que marca,

con los ojos entreabiertos,

concentrando la mirada.

 

Canción que señala el tiempo,

con cada nota que aguarda,

a la audaz nota siguiente,

que reemplace su tonada.

Así, viran como el viento,

los signos del pentagrama,

dando armonía a los acentos,

y sentido a quien lo canta.

 

La voz va quedando huera,

de tanto empeño en usarla,

y va derramando arpegios,

matices en sus palabras,

el tiempo templa la nota,

de la curtida garganta,

y tensos lo labios vibran,

como cuerdas de guitarra.

 

Amor de exquisitos gestos,

de vivas muecas que hablan,

que el tiempo marca y sentencia,

inapelable su marcha.

Un juez sin jurisprudencia,

que a su albedrío dicta y plasma.

Amor que unido a la senda,

entre atajos vive y anda.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

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