Con cariño a mi amig@ Marta.
En asimétricas mitades parte el celaje estrellado, majestuosa asoma su halo,
cual amazona matriarca, triunfante de sus
batallas.
De cachemira va vestida sin espada ni broquel,
desnuda a su presencia -con ánimos de
confesión- confluye aquella mujer.
Advierte la Luna su imagen gemela,
de su pálido cuello adepta compañera y;
en un segmento que no halló rumbo
sobre la línea del horizonte,
las miradas coinciden más allá de la vida.
Los ojos laten, la piel serena, se calla
la risa, mientras el nudo en la garganta,
admite
el cansancio de las palabras.
Bofetadas de silencio irrumpen la calma,
las pléyades se duermen sobre las más altas
montañas,
la brisa templada le desordena las pestañas
de pupilas clavadas, en la trémula luz
desamparada de saña...
dilatado el regazo por impolutos deseos,
las mil y una historias de Scheherazade,
planean la “fuga” bajo sus uñas enterradas...
Al borde del abismo de su entrepierna cruzada,
tiritan sus manos plétoras de ansiedades.
Interrogantes sin respuestas acuden
a sus reminiscencias, cuál cascabeles de
víbora envenenando su ser.
Gregorianos cantos le hieren la memoria
de un alma prisionera guardada en relicario.
Suspira la noche y desde la distancia
de aquel banco, fundiendo sus miradas,
en casto acto de consagración absoluta,
intercambian sus almas la mujer y la Luna.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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