jueves, 4 de marzo de 2021

LA MUJER DEL BAR.

La vi entrar al bar,

A una mujer vestida de rojo

Ámbar, a la par de sus ojos azules

Que me hacía palpitar el corazón.

Sus labios pintados por acuarela con un bálsamo color azahar.

Quise probar al destinó desafiar.

A la suerte después de tomarme esta copa de vino.

Desate de una botella llena con los mejores versos para así robar de ella una mirada que me hiciera tentar en soñar con aquella mujer.

Hasta podía añorar con aquél beso ese que me hiciera preso. Pudiera hasta sonrojar el ánimo.

En el amor soy anónimo de su imperceptible mirar como cautivar aquella figura indescriptible como podría descifrarte con sólo mirarte si eras arte puro...

 

Arte en esencia que poco a poco acaba con mi paciencia,

¿Cómo poder entenderte si ni tú misma te entiendes?

Si el amor fuese al menos, una rama de la ciencia,

habría pasado más tiempo estudiando las lecciones

y aprobaría este examen sin muchas complicaciones.

 

te vi entrar como cada día en aquel bar, dibujaste una sonrisa tímida y veraz

Bebí mi café con sabor amargo preguntándome el por qué,

Y entendí que mis ojos estaban perdidos en ti,

Dejé un beso carmesí en el pasillo, dime mañana si lo recibiste

O dame una señal de por qué por años nos sonreímos en este bar

Porque a mí ya me duele sonreírte y no conocerte.

 

Y a mí me duele mi amor hasta nombrarte,

porque a través de esta enorme distancia,

es del todo imposible poder acariciarte,

sentir tu calor... oler tu fragancia ...

estrecharte en mis brazos y besarte ...

¿cómo hacerte el amor en la distancia ?

 

Un juego de desafíos, entre su perfume y el corcho

Que desata el aroma vino de cuerpo elegante y gordo

Si me capta su atractivo, la cautivara lo fino?

Se sabrá pronto en su vigiloso rostro.

No se aparta ninguno de la barra y aun le abren camino

Al tren de su vestido y su cabello de remolino

A su rubor primavera y sus labios pintados escarlata

Y yo vestido de negro, como consorte de la noche, como amante asesino.

Sacudo mi saco y con elegancia arreglo mi corbata

Ensayo mis palabras, pues se merece toda caballerosidad como serenata

No alcanzo escuchar más que una risilla, con la ida de sus tacones

Así sin más mi concierto se volvió en sonata.

Pero ni pensar todo está perdido, dama de noche, quedo su labial en su copa de vino

Dos labios bebidos, tan pequeños, tan fino

La bebida me ha vuelto masculino, pero esta noche me ha vuelto usted un niño

La volveré a ver sin duda, porque a propósito me ha dejado migajas de perfume y vino en su camino.

 

Decir adiós es difícil,

renunciar a lo amado es difícil.

Peor que el adiós y la renuncia es la incertidumbre.

Anhelar algo al alcance de la mano y no atreverse a cerrar la mano para adquirirlo y detenerlo.

 

La volveré a encontrar cualquier día en el bar,

se volverán a cruzar de nuevo nuestras miradas,

tal vez ese día sea capaz de atreverme a hablar,

todo lo que no fui capaz de decirla esa mañana.

 

Es que nadie le había dicho qué mujer de Rojo,

es una mujer perfecta que no escatima en arrojos.

He visto a muchos Adanes, que desvían el camino,

para oler un perfume y, a eso, lo llaman destino.

Yo no sé ni que decir de los varones venáticos.

No miden los riegos y buscan finales dramáticos.

Mi consejo, si se puede, siga su camino hermano.

No piense en sus besos aunque sea cosa de humanos.

 

En este bar imaginario,

en donde soñé tu silueta,

tu reflejo extraño en mi vaso,

el sonido de tus pasos.

Esa estratagema de la vida,

por buscarme compañía…

¿Eras tú la mujer que adoraba?

¿Eras tú el delirio que el alcohol alimentaba?

 

Seguiría tu consejo de continuar mi camino,

porque la vida me lleva por absurdos derroteros,

pero a menudo quien manda es nuestro propio destino

y le daría la espalda a millones de "te quiero"

 

Un perfume de mujer entró al bar

destapando botella de deseos,

corazón inquieto late en jadeos

porque muy cerca a mí logró pasar

Su vestido me comienza a drogar

al ver ceñidos sus buenos trofeos

pues marcan el camino sin rodeos

para el cielo y el infierno alcanzar.

Luego me mira como a una presa

y sonriéndome pronuncia, ¡Hola guapo!

con bellos labios escarlata y fresa;

y yo me pregunto ¿Cedo o me escapo?

no obstante la sigo ¡Vaya sorpresa!

aunque después me deje como trapo.

 

La mujer del bar, es indescifrable.

Con su rojo vestido, y su mirada distante

suscita comentarios.

Está allí, bebiendo su copa de champaña.

Ajena al bullicio,

concurre todos los días, al atardecer

y permanece en soledad.

Su personalidad serena se destaca.

Esconde un misterio.

Espera a alguien que no llega.

Tal vez lo espera en vano.

O tal vez ese alguien está allí,

o estuve en ese bar hace tiempo,

y ella sí, se reúne con él,

todas las tardes.

 

La mujer del bar venía de rojo

Yo algo cojo pero con arrojo

Me arrojé frente a sus piernas

Parecía una escena de caverna

Le pedí una moneda que creí que pedir besos era mala ocurrencia

Sacó con mucha paciencia de su bolso, también rojo, y unas monedas las que dispuso en mi man

Luego me fui con alegría tierna

Al menos dos monedas más se perdió en la guerra.

 

Ella estaba en ese bar

ahogando negras penas,

sus lindas piernas morenas

invitaban a pecar.

Sólo le pedí bailar

como todo un caballero

más me vio cual callejero

juzgando por mi vestir;

y yo no quise insistir

por medirme con dinero.

 

Poderoso caballero es don dinero,

pero en cuestiones de amores

es mejor que lleves flores

y no lleno el monedero.

 

Seré Directo...

¿A quién no reconforta una puta?

A los desdichados, a los tarados, a los locos y desocupados...

Conforta al hambriento, al sediento de poesía paga, al esparpajo que se siente maltrecho, al desposeído, al incauto, al feo, al aborrecido.

¿A quién no reconforta la puta del bar?

¡Son la Felicidad...!

Para el desalmado un Vino,

para la Puta del bar, un desalmado.

 

Absorto como estaba, perdido en mis pensamientos, ella estaba ahí, con dulce voz me dijo que deseas tomar.

Vestida de blue Jeans, camiseta blanca algo ceñida, un par de tenis blancos, un cinturón de cuero, cabello recogido, un lápiz y una libreta-

Aquel hermoso ángel el cual miré, sus senos hermosos, sus caderas de fantasía, sus cabellos de azafrán, tomo mi pedido y no la volví a ver jamás.

 

Sera que a la mujer del bar

la pusieron de muestra como tal

y hoy ustedes la van a juzgar

si la pobre a nadie hizo mal

de lo dicho yo me deshago

llegué hasta aquí por un trago

para juzgar tenemos juzgado

quien tire la primera piedra

después que se suba al estrado

pues mis versos ya he terminado.

 

No fueron sus ojos, sino su esencia, el que al final de todo alteraba mi presencia.

Fugándome a mi casa con tu cara en mi cabeza

pensándote, extrañando, aquella dama fantasmal de la que no podía escapar.

La volví a buscar, no en el bar si no en mis sueños, si no era dormido , me acompañaba en mis desvelos.

¿Es una obsesión o es amor? Pensé. Pues la soledad me consumía y no había nadie quien me llenara de placer.

La mujer del bar nunca más apareció, fueron el fruto de mis fantasías por quien ella existió.

Ella nunca fue real comentaban las personas que habitaban en el bar.

Su recurrente espejismo fantasmal acompañaba mi soledad.

Nunca estuvo presente más que solo en mi mente, consciente que los días los pase como tan solo un demente.

Deambulando por aquí por allá , en diferentes bares la encontraba y jamás me le pude acercar.

La invente a mis necesidades, la necesite por mis malestares, más sé que no existió ni existirá, más que en mi mente y en mi cabeza que ahora deseo arrancar.

 

La vi entrar y supe que ningún alcohol tenía esa graduación, supe además que hasta los cubitos de hielo se derretían y era imposible hacer un coctel, porque ella era el coctel, hasta las burbujas efervescentes eran las miradas hacia ella.

Se marchó tal como vino y desde aquel día el bar quedo huérfano y difuntos los ojos de todo aquellos que la vieron una vez.

 

Evoco las noches de alquitrán

con tu figura allá a lo lejos,

en sobrio aire muy bermejo

y sin importar el qué dirán,

de bardo, bohemio y galán

te regalé mis mejores versos,

ajena al Cosmos y Universo

dedicada a tu mundo del bar,

sin reproches por trasnochar

me vi en la bebida inmerso.

 

Y así sin más su roja escultura daba sepultura

Pues a la indecisión perenne mía mato sus labios escarlata

Asesino socavando polvos; ella se sumió en el infinito

Y junto con los astros ahora ella ha de estar

Ya no usa aquel vestido más desnuda ella baila sin parar

Ahora es prostituta de sabiduría , pues a todo arrima

Prostituta de libros canela , de bibliotecas

Dejando a lo eterno el lamento de un quizás mientras ella disfruta el efímero presente

Mas yo aquí en tierra, de alguna manera encontré mi existir

Dejando a las cuerdas el dolor y con papel me ha de desvivir

Nunca saboree su alma sin embargo yo acepte que ambos no nos podíamos disfrutar.

 

Llegué hasta la cantina con ánimo de verla

Su rostro de amapola brillaba al resplandor…

De la amplia chimenea con luz de madreperla

Que mágica besaba su frente de rubor.

No me miró siquiera no obstante yo la quise

Cual quieren viejas playas las olas al rumor…

Del cántico marino, quizás su rostro hechice

Mi espíritu amarrado de su cabello en flor.

Llegué y entre cerveza libaba su alegría,

Y la melancolía de mi alma se adueñó…

No obstante, la miraba sentía que era mía,

Mi ser se enternecía con ímpetus del yo.

Llegué hasta la cantina mientras que el rojo vino

De su alma se adueñaba cual sangre del dolor…

La vi y aunque no quiso la traza del destino

Mirare yo la admiro con indecible amor.

 

 

En el bar lleno de gente

que toma y que baila,

que ahoga las penas

creyendo sin miedo

que todo se arregla

hablando a las chicas

cerca del estaño

tomado algún coctel

haciéndose amigas

que todo lo pueden

mientras que la farra

en la noche siga.

 

En aquel bar estaba mi destino

cuando entré estaba solo, triste, desorientado

había perdido para siempre un gran cariño

mi risa lloraba, con Dios estaba enfadado

allí llegó una mujer hermosa como una Diosa

como la que jamás podría haber imaginado

me enamoré de ella como un niño

que pureza y candor se ha ilusionado.

No pude evitar abordarla

pero la tristeza volvió a mi lado

¿Será acaso que aún el amor no estará a mi lado?

no pierdo la esperanza de volverla a ver

y su pasión llegar a conocer

 

Luego de mucho charlar

por fin el día llegó.

Nuestra cita… en ese bar

con historias a montón!

 

Como soy hombre puntual,

media hora antes llegué,

y buscando un buen lugar,

a lo lejos observé…

 

La mesa más ideal

y a poco allí me ubiqué,

mientras rosas de un rosal

trepaban una pared.

 

Se aproximó el camarero

que amable me saludó,

a lo cual, le dije, espero

a una dama, por favor…

 

Aguarde usted a que llegue

para hacer nuestro pedido,

seguro muy pronto viene,

ya lo verá amigo mío!

 

Se marchó sin objeciones

y yo con nervios, mirando,

para todos los rincones

pues quien estaba esperando…

 

Era al momento una voz,

dulce, sensual y preciosa

que si bien se describió

en pláticas armoniosas…

 

Eso sólo conocía

pero con ello bastó

para ir a verla aquel día

con una gran ilusión!

 

Además por otro lado,

ella en igual condición,

mas ambos obnubilados

por tantas charlas de amor!

 

Fue un domingo de mañana.

Un bello día de sol.

Mil pájaros que cantaban

melodías a montón.

 

La hora se avecinaba,

todo mi cuerpo, un temblor,

mi corazón palpitaba

tan fuerte como un tambor!

 

Gente que iba y venía,

adentro y fuera del bar,

de pronto, justo en la esquina,

en la entrada principal…

 

Mis ojos paralizados

y sin dejar de mirar,

quedaron como hechizados

ante tal preciosidad!

 

Con un vestido pastel

lleno de flores del campo,

sus ojitos color miel

y exuberantes encantos…

 

Se la notaba perdida

observando a todos lados,

mientras mi yo me decía…

Es ella, tu Ser amado!

 

Me levanté suavemente

y un gesto le propicié,

y al responderme sonriente,

la verdad… Me desinflé!

 

Era tanta la emoción

que no puedo describirlo…

La Mujer del Bar, sos vos…

Mi amor y mi eterno idilio!

 

¡Ah! silueta difuminada, desperté sintiendo ausencia del gran sueño que añoraba, en sombras diluidas del paraíso se evaporaban

al bostezo y limpieza de mi rostro, luego nada, nada, nada.

La tristeza y vacío se agolpó en quien no ha salido de su propia caverna.

Me cuesta pensar que no he vivido, que ni siquiera nos hemos atrevido…

¡Oh mujer de mis entrañas!, de añoranzas de amar en el servicio de un bar.

 

La mujer de aquel bar,

era con nosotros muy amable,

nos miraba sonriendo,

nos decía sois una pareja admirable,

era un bar-bodega donde íbamos,

era sencillo, acogedor como de familia.

La mujer del bar era humana,

trataba a su cliente con el alma.

 

Ahora en su lugar pusieron una máquina,

nos sirve el café en un vaso de plástico

y automáticamente nos da las gracias,

el vaso es pequeño y el café es un asco

pero aún seguimos yendo todas las mañanas,

solo porque nos recuerda a la mujer de rojo.

 

Ella es una mujer

Igual a todas

de la tribu mujer

Hija, hermana, madre

abuela quizás,

Pero trabaja en un bar

como muchas

como pocas

Algo que la etiqueta

como a muchas

como a pocas

Ella es igual a todas

pero la llaman mal

la mujer del bar.

 

La mujer del bar no siempre es puta señor Joan

¿Así se vista de rojo, porque la vileza ataca?

Aquella que te sonríe con sus labios de grana

Es la mujer que describe el poeta Cogollo Ayala

El que es capaz de tratarla despectivamente

Ni porque fuera parido por la mismísima hiena

Fue una mujer quien nos cargó en su vientre

Para que la maltrate un machista de mierda

La mujer del bar puede ser la mujer ideal

En el corazón de un hombre de mirada tierna

Como la describe el verso de un poeta real

Justo Lualpri ternura en tus letras muestras

Fuera el machismo grosero e indignante

De los que con sus letras hieren la ternura

Vestida de rojo, minifalda y tacones altos

De mirada sensual y oídos para la amargura

De aquellos que llevan al bar sus fracasos

Muchos llegan al bar a tratarlas como basura

Que esperar si de inteligencia son escasos

Porque el que agrede una mujer se le augura

Devolverle su propio excremento a su paso.

 

Esa mujer del bar

por necesidad

allí esta, viste

de rojo para tapar

su esmero y así poder

pasar un noche más,

sin poder ocultar

lo que la lleva

a estar en ese lugar.

 

Muchas veces voy así ... de bar en bar,

de lugar en lugar, de copa en copa,

termino con mujeres que se quitan la ropa...

pero que en realidad no me hacen enamorar.

 

Lo extraño era que de la mujer del bar

Nadie sabía quién era,

Si era otoño, primavera,

Verano, invierno nadie lo sabía.

Ese era su gran misterio

Donde vivía donde dormía

Y quienes eran sus amantes pasajeros

Que con ella huían tras el bar donde

Había un agujero.

 

Ni santa, ni casta, ni pura,

ni puta, ni mujer barata,

talvez enamorada, o, quizás rozando la locura

yo soy la mujer de escarlata.

La que ofenden los que han recibido mis rechazos,

y la que aman los que han encontrado paz entre mis brazos.

No hay reproches en mi vida,

voy segura de mi andar,

no hay miedo en mi camino,

y hay historias de amor ocultas

que retumban en aquel bar.

Los motivos de mi presencia

aquella tarde de lluvia,

era solo un trago, talvez dos,

y revivir mi alma cansada y mustia.

Ante terribles ofensas

jamás desviare la mirada,

nunca bajaré mi frente,

jamás negare quien soy,

aun, si no me comprende la gente.

Lo único que admitiré

para mi propia defensa,

es que de ti me enamore,

cuando entré por esa puerta.

Y por este amor que siento,

que me sigue y me atormenta desde hace ya, algún tiempo,

y que  no me atrevo a confesar.

Me verás, todos los días,

con mi vestido rojo, mis tacos de aguja

y mis ojos llorosos,

sentada en aquel bar.

 

¡Alto! resonó mi corazón en eco..

Mirad como pasa la bella Dama

Hermosa, y alta y galante flama,

Esbelta y garba, como la flor soñada,

Alto! Mis ojos murmuraron en reflejo

Mirad la octava maravilla frente a la casa

Como aguarda mi despertar al alba.

Alto! Y voltearon miradas en manadas

Pasa la estrella, solitaria de mi universo

Llena de finas pinceladas del tintero

Alto! En tono alto cantó el tenor ligero

Y tono grave mi quedó mi corazón austero

Y así calienta mis días mi noche la bella da.

 

La noche caía, hacía frío, entré a un bar de paso, olor a cigarro, a licor, entré a media luz, quede paralizado al verte … ! ¡Ahí estabas! ¡Si ahí estabas!

Después de tantos años, te encontré sin querer, esta noche estabas aquí ... cuando te vi, estabas sola con tu copa, sumida en tus pensamientos, me quise acercar, te quise hablar, te quise saludar.

Por un momento tuve miedo, sentí un escalofrío recorrer de pies a cabeza, estabas ahí, tan cerca de mí, mi chica del bar.

Muchas noches soñé con este instante, se vinieron a mi mente todas nuestras travesuras, nuestras promesas, se me vino a mi mente nuestra primera entrega donde los dos estábamos nerviosos, donde dos almas inocentes, entregándose al placer del amor.

Estabas ahí solo te acompañaba tu copa de vino y tu cigarro, una vieja melodía sonaba desde la rocola.

No notaste mi presencia, yo seguía observándote, sin saber que hacer ....

Alguien se acercó a ti, como si lo estuvieras esperando, te dio un beso, tú te levantaste, lo abrazaste y te fuiste con él.

Mi chica del bar, te vi y ... otra vez te perdí , o nunca te he tenido ? ... regresaré mañana, ojalá te vuelva a encontrar.

 

No tiene lógica ni razón de ser

para un mundo civilizado,

que a la mujer haya empujado

a ese tan innoble quehacer,

a todas estas se debe reconocer

están en deuda con la moral,

para los que asisten a un bar

en lugar que, al templo o iglesia,

ejemplar la lección en Suecia

pero cuesta caminos rectos andar.

 

la mujer del bar está preciosa

he oído que le dicen lady bar

como mi leidi pero es otra cosa

suena más bonito leidi bar.

 

No escatime en mis palabras, cuando la llamé "puta", ya que ella estaba de puta madre. Sin embargo, su sola silueta se me asemejaba a una puta pena, ya que bajo ese atuendo escarlata, se encontraba una verdadera mujer apasionada, quien en las noches a un frío amor, que tal vez nunca llegaría, lloraba. Y así, de brazos en brazos, ella tampoco escatimaba en su amor, esperando que, algún día, alguno de aquellos brazos, la recibiera con las mismas ganas.

 

Entre el humo,

colores trashumantes y siluetas antojadizas;

eres lo único real que miro

tras el cristal

de mi copa;

y me pregunto si estás a mi lado

o únicamente te evoco

entre la confusión que me trae tu nombre

y tu recuerdo...

 

Tu recuerdo...

ella me dijo,

que somos polvo de estrellas

mientras las esquinas de sus labios

me trepaban por dentro.

Y afirmaba, que el silencio

no existe,

es ... una quimera

que los latidos ,siempre suenan

pero andamos despistados.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

No hay comentarios:

Publicar un comentario