Son los besos,
adheridos a los cuerpos destrozados,
los que van agonizando entre las olas
y se esfuman lentamente, entre crepúsculos.
Grandes crestas, enredadas en los vientos
que se estrellan en las bocas,
con amores cobijados
por los monstruos del olvido.
Son los besos, que se esconden ya cansados
en los riscos de la playa.
Y se
quedan los amantes, sollozando en el silencio,
ateridos por el hielo de la noche.
Es un himno que se canta en la congoja
y la barca en esa mar, se despedaza,
bajo el rayo del amor que se malgasta.
¡Es un sueño no alcanzado, el que se marcha!
Es un beso que se muere en el estanque
y agoniza, como un cisne
cuando canta.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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