No sabe el verso que es verso,
hasta que no llega al alma,
y se siente en las entrañas,
hasta que impulsa al latido,
hasta que no se derrama,
en vital escalofrío,
y no tiembla entre los labios,
al recitar sus sonidos.
Tan solo el verso es poesía,
si conmueve a quien no siente,
si hace sentir a quien duerme,
a quien solo ve su ombligo,
si hace revivir al niño,
que en cada corazón vive,
que hace vibrar cada nervio,
que viaja en cada latido.
Ama el verso a quien le mira,
ama a quien se recompone,
al comprender sus palabras,
que de lo profundo emite,
que de sus entrañas surge,
dándole a la vida alas.
Ama el verso a quien construye,
con sus letras su atalaya.
Verso que al tiempo detiene,
que al dolor no teme,
porque a los dolores calma,
verso que al vivir en otros,
cree y crece con cada alma,
y va dejando consuelo,
en quienes sufriendo sienten,
el roce sus palabras.
El verso cruza la puerta,
sin llamar entra en las vidas,
sin permiso abraza cuerpos,
y sin dudar se prodiga,
para ir sembrando semillas,
dando la mano a quien cae,
despertando a quien se humilla,
izando a quien se arrodilla.
El verso ama a quien duerme,
y a quien en silencio grita,
a quien el amor entrega,
y arenga a quien sacrifica,
a otros o a su propia vida.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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