Nuevas las costumbres,
viejas las fronteras,
más la sangre es roja,
sea la piel que sea.
Nuevas son las ropas,
viejas las leyendas,
más la sangre es roja,
sea cual sea la lengua.
Por cuatro razones,
se agosta el planeta,
una por el miedo,
que el valor aquieta,
otra la codicia,
que liba riquezas,
otra la estulticia,
que niega la ciencia,
y la cuarta el odio,
que pudre la esencia.
Arrastrando el fardo,
cuyo peso aumenta,
camina el humano,
dejando una estela.
Sueños inconexos,
vacilantes verbos,
palabras sin dueño,
y el miedo latente,
grabado en los huesos.
Nuevas las palabras,
que suenan a hueco,
viejas añoranzas,
que traen nuevos sueños,
y la voz profunda,
que emana de dentro,
de tonos amargos,
de matiz sincero.
Una alegoría,
que viaja en el tiempo.
Ha cambiado el viento,
gira la veleta,
siguiendo su acento,
se nublan las luces,
del sutil talento,
y en los arrabales,
donde queda el resto,
la vida se cruza,
entre los escombros,
con amores nuevos.
La senda es angosta,
seco es el desierto,
abisal la angustia,
que ahoga el cerebro,
y en los ancestrales,
recodos del tiempo,
se esconde lo auténtico,
se oculta el abismo,
donde medra el miedo.
Nuevas las costumbres,
viejos los recuerdos,
como marionetas,
bailan en los cedros,
luciérnagas locas,
que alumbran lo bello,
y sobre la Luna,
da un giro la vida,
para ver lo nuevo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
No hay comentarios:
Publicar un comentario