Así lo dijo allá por el año 1600, William Shakespeare
en su mejor obra escrita: Hamlet.
Aunque no soy yo el más indicado para discutirle
a tan famoso e ilustre personaje esta expresión tan afirmativa,
pienso que, si hay en el fondo, pero muy en el fondo, algo más.
Sobre todo, si se tiene en cuenta que esta expresión
la piensa y dice un ser que está aún con vida.
Si es así, nos podemos preguntar los que la escuchemos,
¿Por qué dice este señor, tan grave y mortífera frase?
Al analizar muy metódicamente la expresión,
observando el estado de ánimo de quién la dice,
darse también cuenta del ambiente que rodea al individuo,
quizá lleguemos a la conclusión de que el tal Shakespeare
estaba equivocado al decir que no hay más,
y que el morir es nada más que dormir.
Ser, o no ser, he aquí el dilema.
¿Ser vivo estando muerto, o… ser muerto estando vivo?
Yo pienso que no hace falta morir, para sentirse muerto.
Cuando sientes que todo el ambiente que te rodea no te dice nada,
cuando sientes que eres continuamente aislado e incomprendido,
cuando ves pasar los días… como se ve pasar un tren
por una estación sin pararse…
esto, todo esto, te hace sentir como un alma en pena…
buscando un sitio o lugar, donde descansar eternamente.
Te sientes muerto en vida, sientes que a nadie le importas
y que estas ocupando un lugar en la vida que no existe.
Notas incluso que, cual muerto real…
molestas allá donde te pongas,
que en cualquier momento cerrarán el ataúd
y se apagará la luz definitivamente.
Y tienes ganas de gritar y decirles ¡Que lo hagan ya!
Que cierren de una puñetera vez el ataúd
que tienes flotando sobre tu cabeza.
Estoy muerto, aunque algunos me vean aún con vida.
Estoy muerto y no descanso, no duermo, por eso,
al menos para mí, veo incorrecta la frase de William Shakespeare,
ya que morir, no es dormir, morir es vagar y vagar sin rumbo,
eterna y desesperadamente.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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