cantares que siempre llevan
cantos de tristes nostalgias
de nuevo hacia mi traedla.
Ella es de mi vida médula
álito que siempre alienta
de mi poesía musa
y mi radiante azucena.
Tienen sus ojos la lumbre
brillos que de luz me anegan
plenos de regios fulgores
hechos de sol y de estrellas.
Cantares de mis cantares
búsquenla y luego le cuentan
que lleno de su recuerdo
paso las noches en vela,
hagan de cada palabra
mensajes que la convenzan
y logren hacer que vibre
al compás de cada letra
haciendo que siempre escuche
cantares que siempre llevan
las notas de dulces rimas
que noche a noche la sueñan.
Cantos de tristes nostalgias
que surgen desde mis venas
contadle que están mis días
cubiertos de sombras negras
siendo sus horas tan largas
una terrible condena
para mi gran sentimiento
que en sus pesares encierra
la llama que floreció
de su imagen dulce y bella
en cuya piel escribí
mis más vibrantes poemas
donde expresaba el ardor
por besar su frente tersa
y gozar entre sus brazos
sus formas de diosa griega
donde bebí del amor
el más delicioso néctar
que despertara el volcán
de las pasiones excelsas.
¡Cantares de mis cantares
que son del alma su queja
y van esparciendo trinos
como gaviotas que vuelan
buscando jardines bellos
donde florecen gardenias;
no permitan que mi pluma
entre espinas quede presa
y díganle que mis versos
palidecen por su ausencia
añorando aquellos días
llenos de luces inquietas
cuando vivimos la gloria
de románticas entregas
que fueron de los deseos
celestiales panaceas
para curar los hastíos
que nuestras almas tuvieran:
¡Y por eso les suplico
que si de pronto la encuentran,
cargándola con sus alas
de nuevo hacia mi traedla!
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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