Te fuiste y la razón no lo sé, me intriga, el lado donde duermes en la cama seguía estando tibia, vacía.
Desde ahora me quedo solo por las mañanas con una taza de café en la mano observando por la ventana.
Mi mirada perdida al horizonte preguntándome que hice mal, cuál fue mi error para que me abandonaras.
Te fuiste sin darme explicación, ahora me encuentro solo y para colmo suena en la radio aquella tu favorita canción.
La casa, el patio, las mascotas, sin ti todo será distinto, que fue lo que pasó, ¡dime!, cuál fue el motivo.
Te fuiste y yo aquí sentado tomando el sorbo del café amargo sin azúcar, así como a ti te gusta.
El sol penetra los cristales iluminando la cocina, más yo con el corazón a oscuras llorando tu partida.
Te fuiste sin dejar aunque sea una carta de despedida, esta incertidumbre me atormenta, me fulmina.
Camino por cada rincón imaginando que solo te escondes por la casa, parezco un loco, quiero más café, voy por otra taza.
Te fuiste sin pronunciar una sola palabra, trato de mantener la calma, busco tu mirada.
Te fuiste y no sé que hacer, más queda esperar a que el tiempo me sane si sano, pedirte a que vuelvas supongo que seria en vano.
Te fuiste y ahora como superar esas noches donde ya no usaras mi pecho como almohada mientras tus manos me acariciaban.
Te fuiste y ahora a quien traeré el desayuno en la cama, jugo de naranjas, queso en rebanadas y pan tostada.
Te fuiste quedando tu esencia presente en mi mente, sin embargo tú, tú para mis manos y mis labios estás ausente.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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