pero debe ser con alegrías y felicidad bien recibidas
Beber hasta el último sorbo del manantial de la vida, antes que llegue de la tarde su amanecida con su lánguida despedida
Alejar soberbias, envidias y rencores, vanidades y traiciones del envidioso con engaños ofrecidas
La tierra con su exuberante naturaleza es nuestra morada pasajera, es nuestro edén y nuestra acalorada vida preferida
No la malgaste, ni deje que se desangre y muera en llantos por la escalofriante herida.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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