El amor es el eco de una caricia que se queda flotando en la memoria, la melodía que arrulla en la noche y al alba hiere como daga traidora.
Es el caos perfecto, el arte de perderse y encontrarse, el vértigo dulce de un salto al vacío que a veces no ofrece caída suave.
Es un reloj sin manecillas,donde el tiempo se disfraza de eterno, pero también es un río seco cuando la promesa muere en silencio.
Es la alquimia del tacto y la palabra, el tesoro que ciega y redime, pero también es un espejismo, un faro apagado en medio del abismo.
Cuando el corazón se quiebra,el amor se convierte en ruina, en un idioma muerto que nadie se atreve a pronunciar.
Se transforma en vidrio molido que atraviesa los días, en el humo de un incendio que nadie quiso apagar.
Es la nostalgia de una voz ausente, la tinta que mancha las cartas jamás enviadas, y el recuerdo de unos labios que juraron amor eterno pero sellaron su promesa con despedidas.
¿Qué es el amor, cuando el corazón ha sido roto?
Es un jardín marchito que teme volver a florecer, un puente colgante sobre un río furioso que nadie se atreve a cruzar.
Es el miedo al espejismo,a la fragilidad de un nuevo intento, a que el alma quede desnuda otra vez y encuentre el invierno en lugar del verano.
Pero el amor también es la herida que enseña,el temblor que anticipa la esperanza.
Es un poema que reescribe sus versos aun cuando la tinta se agota.
Es la fe de los ruiseñores que cantan a pesar de la tormenta.
Es la luz que perfora las grietas y convierte el dolor en aurora.
El amor es un acto de valentía, un pacto con lo incierto, un refugio y un campo de batalla.
Es el arte de creer otra vez, aun cuando el alma tiemble como una hoja al viento.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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