jueves, 24 de julio de 2025

EL ORÁCULO Y LA DANZA DEL COSMOS.

Un oráculo desciende lentamente
sobre una montaña,
como un presagio vivo,
un soplo antiguo,
al ver los campos
de flores destructoras,
consumidoras a su paso,
devoradoras del tiempo.

Se instala majestuoso
como un rey y amo,
capaz de ser dueño de todo
con un solo parpadeo.

Despierta la piedra,
inmóvil vigía,
y los rayos inmóviles
que irradian secretos ancestrales
se abren como portales incandescentes
para dejar entrar al todopoderoso.

Una vibración latente,
expectante,
una respiración profunda del universo,
sueña con alcanzar
un cúmulo en su esplendor:
aros de fuego,
círculos ardientes,
y un despertar renacentista
que ilumina las sombras.

Es la trascendencia hacia el cosmos,
el repiquetear sagrado
del cuerpo, del alma y de la mente,
que inauguran y dan paso, solemnes,
a una danza molecular
sin principio ni fin.

Allí se revuelven las ondas,
las luces primorosas y sagradas,
pues todo arde por generar
el viaje interno,
por encender la médula del ser,
por expandir la conciencia pura. 





Autor 

Antonio Carlos Izaguerri. 

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