Hojarasca desquebrajada en el suelo
Se eleva por el viento entre mis sueños,
El sigilo de su rumor se oculta en mí,
Arrastra el tiempo siempre tu rostro
A mis pensamientos que se endulzan
Al sentir tu mirada dentro de mi alma.
Pensarte es delicioso en mis días rutinarios
El dolor es no poderte ver en la realidad,
Solamente rezar par en la noche poder soñar
Con los labios tuyos dibujados por el carmesí,
Besando ellos mis labios tuyos.
Tengo una eternidad de sentimientos
Esperando estallar en tus adentros
Sentir entre el mar de sábanas
Tus caricias que valen el infinito del universo.
Voy creciendo segundo a segundo
Sin sentir las palmas de tus manos
Que estrujen mi espalda,
Sin sentir tus uñas
Arañando mis pecados.
Las burbujas del jabón en la ducha
Se ven tristes reflejando mi mirada
Perdida en el grato semblante de tus pupilas,
En tu piel exquisita unida
A una luna extraviada
Iluminando el estrellado de tus poros
Quemando mis ansias
Por imaginarte cerca
Y no tenerte lejos.
La costumbre me vence,
Mi corazón pide un mayor esfuerzo,
Pide dejar de lado el alcohol y sus risas falsas,
Correr por lo cruel de la ciudad y del mundo,
En busca de tus ojos eternos
Para sentirlos mínimo a lo lejos,
Para chocar con tus labios
Y morir siempre en uno de tus besos,
Para tocar tu mano y sentir tu latir,
Volar entre tus alas mágicas
Para subir al cielo del sexo
Y el amor que lo acompaña,
Así aumentar tus
suspiros
Con mis más profundos anhelos.
Y allí convencerte de que soy tuyo
En la realidad y los sueños.
Autor
Antonio Carelos Izaguerri.