El dulce trazo
de tus manos
Me transporta
a mundos mágicos de amor y luz.
Qué delirio
tan apacible me has dado con tus ojos,
Un melancólico
sueño del que no quiero despertar.
Tan linda
estabas en la noche.
Adornada de
estrellas te acercaste a mí.
Qué Diosa
griega te puso en mi camino.
Qué Dios
pagano me llevó a ti.
Benditos todos
los cielos y dioses.
Eras la dueña
de cada uno de los corazones,
Pero me
elegiste a mí.
Me he echado
sobre tu cuerpo
Y no me he
vuelto a levantar más.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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