Huele a
soledad el campo breve,
Tan sin
sentido,
Bajo un
firmamento abierto
De par en par.
Apetito de
tierra sola,
De tierra
desterrada,
De caminos que
nunca llegan a Roma.
La carretera
es un río entero
Que no se
acaba,
Y que no tiene
principio,
Pero la
esperanza enseña
A crecer lo
que no vemos.
El aire, la
luz,
La música, la
palabra.
Desistimos de
andar mirando las cosas,
Descubriendo
los registros.
El alto cielo
nos orienta
Con sus guiños
figurantes.
Levantamos la
mirada
Y
transcribimos su fausta telegrafía:
¡PARA EL AMOR
NO HAY CAMINOS!
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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