Dame la noche que no interceda,
La noche migratoria con cifras de cigüeña,
Con la grulla celeste y su alamar guerrero,
Palafren de la oscuridad.
Dame tu parentesco
Con una sombra de oro,
Dame el mármol y su perfil leve
Y el ciervo como estrofa antigua.
Dame mis manos degolladas
Por el antiguo oficio de la infancia,
Mis manos que sajaron el cuello de la noche,
El destello del sueño
Con metáforas verdes
Y el vino blasonado
Que se quedó dormido.
Amor de los incendios y la perfección,
Amor entre la gracia y el crimen
Como medio cristal
Como media vena furtiva de paloma,
Sangre de ciervo antiguo
Que perfuma las cerraduras de la muerte.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
No hay comentarios:
Publicar un comentario