Eres tú la esperanza de mi mañana, 
La luz que brilla en cada día nuevo, 
La flor que en mi corazón siempre llevo, 
La espiga de mi ser que se desgrana, 
El agua que fluye de mi fontana 
Y leve y con pasión al fin abrevo, 
Del árbol de la vida su renueva 
La raíz de mi esencia tan ufana. 
Eres ese azul inmenso y eterno 
Que surcan las miradas celestiales 
Haciendo subir mi alma del infierno; 
Dejándome ver que, tras mis cristales, 
La primavera, con tu gesto, 
Arrojará de mí todos los males. 
Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 
 
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