Llevo días mirando las estrellas.
Nunca había tenido interés por ellas.
Es ahora, enamorado, que veo que son bellas,
Son para el cielo millones de doncellas.
En cada una busco un brillo muy específico.
Es difícil de explicarlo, pues es algo muy místico.
Busco cierto parecido entre las estrellas y mi dulce amada,
Pero el brillo de ella a cada una que veo la deja opacada.
No es su origen o su belleza exterior lo que la hace
brillar,
Es la de su interior que alumbra más que las estrellas en
millar,
Busco en el cielo para encontrarme otra como ella igual,
Pero aún con la belleza de ellas, no hay alguna tal cual.
Si ella se escondiera entre millones de estrellas, la
identifico entre todas ellas.
Es que ella tiene algo especial, y sin embargo en algo se
parecen,
Que está igual que ellas, lejos de mi lado y mis noches se
entristecen.
Aunque la distancia comparada con el espacio es mucho
menor,
De ella jamás regresó a mi lado y tengo un inmenso temor.
Ella aún brilla y la siento aunque de mi esté muy lejos,
Siento como se sobresalta y percibo cada uno de sus
reflejos.
A veces viendo el cielo, siento que mi amor también la
mira,
Y cada vez que coincidimos al verla, mi atormentada alma
suspira,
Tiene mucho parecido con la hermosura de una estrella,
Su sonrisa iluminada mis tardes y alimentaba mi amor por
ella.
La luna es mi compañera en las noches oscuras y solitarias,
Pienso en traerla a mi lado con grandes azañas legendarias,
Sin embargo es suspirar contra el destino y desafiar la lógica,
Aterrizo de nuevo y veo que sólo su compañía es mágica.
Sólo no puedo hacer ningún sueño realidad,
Hacerme volar es su gran especialidad,
Les grito a las estrellas que me la traigan por favor,
Quedarme sin ella por siempre es una idea que me da pavor.
¡Amor regresa! Preciosa, hermosa y bella,
Regresa a mí, mi amada doncella.
No hay cosa que no haga yo por ella,
Pues es en las noches mi linda estrella.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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