Mirando al sol, frente al mar, tanta belleza,
Siento el viento que, al llegar a un ser alado, 
Le acaricia su plumaje abrillantado. 
He mirado desde aquí otro horizonte 
Que misterios y aventuras nos esconde. 
¡Tánta vida por vivir … tántos paisajes … !
No podría suceder que, en este viaje, 
Algo pudiera odiar … sería infierno 
Que destruye la raíz desde los huesos. 
Yo no odio … yo no sé … sólo me enfermo 
De dolor al ver que, un cielo que es un templo seco, 
Esté por la ambición del pasatiempo 
De un misterio señor que, sordo y ciego, 
Se abre paso con la voz cortando vidas 
Abrumadas de sudor y de injusticias. 
Nada odio … aprendí que, el ser humano 
Algo tuene de divino, por Dios dado. 
Nada odio … yo no sé … sólo me enfermo 
Y me hundo en el cáliz de los rezos. 
Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 
 
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