Para saber que vale una palabra
Hace falta lidiar con el silencio
Despertar en plena madrugada
Con la intensa presencia del recuerdo.
Para entender el peso del silencio
Hace falta vivirlo en el bullicio
Entre la muchedumbre estar ajeno
Sin que esto se convierta en sacrificio.
La madrugada invita a reflexiones
Meditar, cómo y por qué vivimos
Que hacemos con el tiempo, gran tesoro
Y en que nuestro tesoro invertimos.
El recuerdo es agridulce a veces
Trae a los labios una leve sonrisa
Y lo mejor es cuando ya no duele
Aquello que fue el centro de tu dicha.
Por eso hay ausencia de palabras
Amo el silencio, sin sentir delirio
La madrugada es aliada del alma
Que en el recuerdo descubrió el olvido.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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