No está en las pupilas sino en la mirada,
No en la voz sino en la palabra que no daña, 
No en la mano sino en el abrigo que emana, 
No en el rostro sino en la luminosidad que baña. 
No está en  el sol
sino en su iluminación, 
No está en la respiración 
Sino en el aliento exhalado, 
En la entrega del amor amalgamado. 
No está en  la ola
que golpea, 
Sí en la sonoridad del mar que perdura 
Cuando de la playa se aleja. 
No está en el labio, está en el beso 
Que te regala el universo. 
No es plena la noche 
Hasta que sus constelaciones 
Hayan robado sueños en 
los balcones. 
No está en lo que corre, 
Es el alma en plenitud 
Que escucha sus rumores. 
Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 
 
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