Hay una dama a la que siempre quiero,
Siempre se sienta en el pupitre de la esquina
Ella siempre anda solo no conversa con nadie
No voltea hacia atrás mientras camina.
Siempre anda taciturno y circunspecto
Sin embargo le tengo mucho afecto
No sé si eso sea bueno
Pero me gusta y no lo niego.
Es irremediablemente arrogante
Aunque él se empeñe en negarlo
Supongo será un buen amante
Me encantaría algún día probarlo.
Quisiera que se diera cuenta
Que solo con mirarme me sustenta
Alimenta
Y calma mi alma sedienta.
Ya no se sienta en el pupitre de la esquina
Entre nosotros hay cierta cercanía
Jamás pensé que el día llegaría
Lo veía con mucha lejanía.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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