Hagamos las cosas más simples.
Amar, respetando al otro en toda su esencia. Sin limitarlo
en sus deseos.
Desear. Desear compartir pequeñas cosas que hacen a grandes
cosas de la vida.
Acariciar. El alma cuando algo duele, y sentirse
acompañando al ser que amamos.
Suspirar el deseo de querer compartir cada segundo a su
lado.
Contener, sin juzgar, sin criticar, sin sentirse dueño de
la verdad y ser superior al otro tan solo por ser diferente.
Respetarse, en las diferencias. En los puntos de vista.
Simplemente respetarse, sin misterios ni engaños.
¿Tanto cuesta hacer sentir al otro parte? ¿Tanto cuesta
hacer un pequeño esfuerzo por demostrar cuánto lo amamos?
¿Tanto? Al punto de seguir cometiendo los mismos errores
que nos trajeron a este presente insatisfecho,
Que no podemos ver, pero que es tan nítido como el agua,
como el alma.
No te das cuenta lo que sufro por esperar una pequeña
demostración de tu amor...
De un amor que por misterioso tras el pudor de mostrarse,
pareciera ser invisible y por poco ausente.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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