La tarde palidece, descansa, el aroma de las flores
de los naranjos de la plaza, el banco de hierro
invita a sentar el alma, corre un viento
que silva, por las callejuelas estrechas
el bar de en frente, todavía cerrado, cantan
los caños de agua de la fuente, a un lado
el sol camina lentamente, viendo escaparates
grita la añoranza, el pensar es cosa triste
nubes de algodón, flotan cual espuma
en un mar azul, lleno de vaguedades
vestido de color aceituna, hermoso paisaje...
Que paz se respira, parece que todo se detiene
en un instante, la locura, el "ajetreo" de la
gente
un gorrión, salta, buscando una miga de pan
el silencio es tan bonito, que salpíca en la cara
y el amor no ha venido, estará de vacaciones
la tarde palidece, el sol ya se vá a dormir
y se encienden las viejas farolas, entre dos luces
hace un poco de fresco, me levanto y me voy
calle abajo, camino de la casa...
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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