Dedicado a mi amiga Paloma Cáceres.
Nos tomamos de la mano,
caminábamos sin rumbo fijo,
nuestros deseos nos llevaron
a un jardín secreto.
Nuestras miradas se entrelazaron,
ví en tí un enorme
deseo,
tus manos empezaron a recorrerme,
no quería separarme de tí en ese momento.
Tus besos hicieron
que se me olvidara
el mundo,
no sentía pasar el tiempo;
sobre la hierba nos acostamos
y empecé a conocer tu piel,
tus labios de mí no se cansaban,
mostré por primera vez mi desnudez.
Como dos ingenuos amantes
nos empezamos a conocer,
yo te amaba en el alma,
tú te diste a querer.
Mis manos acariciaban tu pecho,
empezaron a viajar,
por todos tus rincones
parecían volar.
Tus ojos enamorados
no me dejaban de mirar,
entre susurros me decías
que siempre me ibas a
amar.
Mi piel ardía levemente,
no me dejabas de acariciar,
tus manos las sentía ahora
en distinto lugar.
Fue un momento mágico
cuando besabas mis pechos,
tus dedos me penetraban,
parecían tocar el cielo.
Yo no te decía nada...
un silencio en mí gritaba,
¡hazme mujer ahora!
antes que comience el alba.
Un beso en mis labios me dabas,
sentí como a mi vida entrabas,
no había más testigos
que las flores que
nos miraban.
Mis ojos cerrados
se abrieron a tus encantos,
fue el despertar de un momento
que sentía que no terminaba.
Nunca olvidaré tu sonrisa,
nunca olvidarás mi llanto,
dijiste que perduraría,
nos hicimos un solo canto.
Sé que este amor ha crecido,
me lo dicen siempre tus versos,
yo, te regalo mis besos,
como si fuera mi último aliento.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri,
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