Me encuentro solitario, en contradicción a lo que tanto
deseé.
Han pasado alegrías y banquetes de emoción opíparos
Y sin embargo, estoy acompañado por un afluente de
nostalgia.
Reaparezco de entre la felicidad, irónicamente, lleno de
tristeza.
No encuentro mejor confidente que la niebla melancólica.
Hoy ocurrió calamidad una vez más.
La penumbra tocó la puerta de mi habitación con su sonrisa
espeluznante.
Aparece orgullosa con su tarjeta de invitación.
Qué más da, si nos conocemos de antes.
A mí diestra, la traición,
Del otro lado, los recuerdos efusivos,
Y sobre mí, una densa capa de cinismo.
Mi individualidad tiembla al enfrentar la decisión.
La noche es más helada de lo acostumbrado,
Y el deseo de dar marcha atrás
Se materializa en un abundante llanto desde mis adentros.
Un llanto que me recuerda tiempos de antaño.
He vislumbrado la salida con extrema rapidez
Y, para ser franco, me sorprende mi actitud.
Si existe señal alguna que me conduzca a un proceder
contrario
Sin duda alguna, optaré por seguir tal derrotero.
El precio que hay que pagar por un razonamiento ajeno es
alto,
Y justamente hoy me cuesta atender esa deuda.
Conservo el sentimiento con sólida esperanza
Mientras me siento a sentir el peso del tiempo.
Buenas noches querida tristeza,
No diré que te echaba de menos
Ni siquiera por cortesía.
Después de todo sobra decir eso.
Buenas noches, mi vieja amiga.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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