Nos hicimos versos de fuego, aire y mar
para convertirnos en todos los verbos,
mudos testigos de nuestro amor, que
nos vistieron de luces y colores brillantes.
Nacimos, morimos y renacimos
en diversas e infinitas dimensiones,
nos vivimos en un solo respiro
que nació de nuestros alientos.
Estuvimos inmersos en el incienso
de nuestra piel y en nuestras almas;
fuimos un solo momento robado
al tiempo para volar alto a la eternidad.
Nos llenamos de miradas de miel,
caricias inverosímiles colmaron
nuestras trepidantes entrañas,
nos fundimos hasta ser solo uno.
Paradójicamente rebasamos expectativas
que jamás pensé algún día realizar,
al simple contacto de nuestras miradas,
esgrimiendo los miedos y los temores.
Hoy… somos más que un solo respiro,
más que universos gravitando entre
el silencio y la oscuridad ataviados de paz,
somos la llama misma que arde de amor.
Creamos, soñamos y nos sorprendemos;
así… sin más, dejando que surja de todo
a nuestro antojo… a la vera de nuestros
anhelos, que se fraguan en nuestro sentir.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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