Lágrimas de alegría que son sonrisas
las que derrama mi corazón
cuando palpitando desenfrenado te mira
… anda,
dame el clavel rojo de tus labios
que lo ponga entre los míos
… toma,
pon entre tu negro pelo
la rosa roja aterciopelada de mis sueños
… ven,
agárrate de mi brazo y no te separes de mi
vamos a desandar los caminos
que juntos hicimos
a besarnos de nuevo en los mismos besos
y cometer las mismas locuras, allí,
bajo aquel almendro que sabe tanto de eso.
Vamos a renacer con aquellos suspiros
que en mis labios estallaban de gozos
cuando arrebolada de pasión te entregabas.
Abre tus sentidos en los míos.
seamos certeros como entonces
paciente yo, en tus inquietudes
vehemente tú, en los anhelos que te empujaban.
… amor
abre las negras pestañas negras
para que la luz se haga
y pueda volverte a ver desnuda de agua
empapando de rocío mis recuerdos,
que la oscuridad...
solo sean sombras cuando me hurtes la mirada.
Anda, toma… ven amor, deja que con mi aliento
sea el escultor que saque las aristas que te sobren,
que alise cada pliegue de tu cuerpo.
Sea el pintor de cada uno de tus gestos ocultos
y con cada pincelada saque a la luz los maravillosos
relieves que tienes encerrados.
Toma de mi cuanto quieras, hazte cuenta que soy la fuente
de donde mana los amores de siempre.
Esos que de ti estaban alertas, prestos a tus llamadas,
inquieto si no lo hacías - vigilante de tus miradas-
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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