Con la broza frágil que arrebata el viento
por la taiga suave que la lluvia amansa,
caminan mis pasos, y arrepentimientos,
con la laxa muerte que me lleva al agua,
por una laguna que
el loto florece,
se hacen caminos que llegan al alma.
Mi muerte me lleva siempre de su mano,
hasta el claro bosque que encuentra la calma,
veredas floridas que el resentimiento
nos lleva al destino que el tiempo reclama.
Compañera amiga que cuida tu entorno,
bajo erguido árbol, del enorme templo,
mi morada oculta cogerán mis hombros,
y posará mi alma, y mi carne ejemplo,
estoy protegido
cubierto de asombro
y mi cuerpo gima, que ante Ti yo tiemblo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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