jueves, 23 de noviembre de 2017

DE REPENTE AMANECE.

En un salón de estar, se despertó
y amaneció la soledad lunar, en el anochecer.
Con las cortinas, ventanas y persianas abiertas,
y el verano, prácticamente en vísperas de comenzar,
destacando por el calendario,
junto con sus ardientes sofocos preparados.
Los vientos crearon chispas entre sus abrazos,
al penetrar en el habitáculo,
relajando el ambiente.
El sonido del murmullo de los transeúntes,
así como el ruido, de los motores de los vehículos,
daba luz, movimiento y vida,
a la estancia sin molestar.
El crepúsculo estelado desde,
su negra prisión en los cielos,
palpitando blancas las luces,
en la noche, que acompaña a la pareja.
Siendo como cualesquiera, que en la vida,
siembren sangre y recojan hijos llenos de vida.
Mientras un búho, ulula cerca,
con su tenue canción, contemplando la madrugada,
desde una rama fina y flexible,
en un robusto árbol, libre de ser preso.
Paulatinamente en crecimiento desde sus adentros,
hacia arriba y abajo, y expandiéndose lentamente
por el cielo y la tierra.
Y súbitamente en un solo instante,
todo se detiene,
y vuelve a amanecer. 



Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 

No hay comentarios:

Publicar un comentario