Siempre busqué amores
que curaran mis heridas,
calmaran mis dolores
mejoraran lo que es mi vida.
Venía yo tan ciego,
el llanto en mi garganta,
mi vida sin remedio,
ya nada me alentaba.
Era un amor tan tóxico
que me tenía envenenado,
sabiendo que lo lógico
era mirar para otro lado.
La sola idea de alejarme
mi alma angustiaba,
otra vez el destino quitarme
lo que tanto yo amaba.
Ella en mi senda se atravesó
cuando malherido estaba,
con paciencia me escuchó
y sus consejos también me daba.
Le grité mi dolor y tristeza
y cuenta no me daba,
ella era la dueña de mis letras
y el amor que tanto imploraba.
Un beso fue más que suficiente
para olvidar mi dolor,
sacarlo de mi pecho y de mi mente
y saber que ella si era mi amor.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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