Tus ojos son huellas a un sitio inusual,
de andurrial agreste, mágico al andar
son flores turgentes sobre el pedregal,
y ninfas que lejos, se escuchan cantar
Al son de la ondina siéntome abdicar,
arrulla su encomio mi alma pueril,
y mis pies vacíos de todo pensar...
siguen su instinto, a paso febril.
y aún sin saberlo, caigo en la celada
cautiva en tu esfinge, vívido embeleso,
rehén en la furia de estuosa cascada;
naufrago, y tu boca... me ampara en un beso.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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