Si me quedo quieta,
en silencio,
encima de un tejado invisible
que yo misma creé para estas situaciones,
solo te me apareces tú...
y te quisiera compartir con el viento,
quisiera traerte aqui a mi lado,
a escuchar canciones de antaño,
a deletrear poemas de algún pobre fracasado
En silencio
Evocando tu nombre y respirando tu ausencia,
haciendo esbozos de tus ojos y tus labios de fresa
queriendo avivar el perfume que dejaste
impregnado en la mente y en el cuerpo.
Siempre en silencio
sin más testigos que la luna y esos amaneceres
en que llegas de incógnito y te atavío de luces
bailando esa melodía que nos encarama a lo lejos
llevándonos al inacabable universo.
El silencio evoca tu voz ausente
El hueco en el espacio que no ocupas
Tus caricias amantes que mi piel no siente
Nuestras conversaciones inconclusas
Silencio del silencio de presencia
Cuando en silencio te amaba y vos me amabas
Sin palabras, pero con impaciencia,
Porque toda palabra ya sobraba...
En silencio mejor podemos estar,
No necesitamos de palabras para hablar,
Comunicamos lo que sentimos con el mirar,
Es algo que no se puede explicar,
Una habilidad que compartimos los dos,
Actuando correctamente sin entender,
Algo invisible que nos une,
Conectando mente y corazón.
Es el silencio que nos une fuertemente,
porque nos llevamos en el pensamiento,
y aunque las palabras falten, nos sobran
las imágenes y los sentimientos que viajan
por la sangre y por la piel.
Silencio amado
de un ser tan extrañado
cuál siempre quise
estar a su lado
con sed de amarlo
Aunque sea un simple
sueño en el tejado
Bajo el manto del firmamento
así te imagino en silencio,
pidiendo por deseo a ese cometa
que viaja fugaz, que nunca te vayas,
pues me tienes entrampada con esa voz
declamando a Sabines, porque los
amorosos aunque callamos, hablamos
con el alma y el pensamiento.
En silencio logras comprenderme,
Siempre estás cuando lo necesite,
No necesito decirte que hacer,
Tú ya lo sabes muy bien,
Con cada respiración,
El silencio se vuelve una canción,
Una que compartimos sólo nosotros,
Y de la que nadie más conocerá.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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