Ya no hay corazones rotos sólo corazones solos,
con cicatrices que cuentan historias de pasados felices.
Hay corazones dispuestos a arriesgarse una vez más,
sabiendo que van a sufrir, porque saben amar y no se pueden
resistir.
Hay corazones que brincan de alegría con recuerdos
infelices porque saben que ahí se formaron sus cicatrices.
Hay corazones llenos de melancolía por aquel amor que
sintieron un día.
Hay corazones libres, aprendices, que buscan donde echar
raíces.
Hay corazones necios en busca de motivos que los hagan
volver al abismo del que la razón los hizo salir.
Hay corazones solos, olvidados, esperando a alguien que los
venga a desempolvar y les enseñe como volver a amar.
Hay corazones viejos y arrugados, aferrados a un solo ser
amado.
Hay corazones jóvenes e intactos que han sido cuidados por
sus dueños cada año.
Hay corazones jóvenes, y maltratados, que aprendieron temprano
del amor y sus desencantos.
Pero sobre todos estos corazones, hay corazones, muchos
corazones, que saben amar porque, con el tiempo, aprendieron a perdonar.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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