Déjame mirarte a tus ojos amada mía,
y compartir a tu lado mis días y mi vida,
tú que has llegado a encender la alegría,
te pido por favor, nunca me causes herida.
Nadie más que tú sabe mi historia,
y mis sentimientos son todos para ti,
cada día fuiste entrando a mi memoria,
y hoy me es muy difícil vivir sin ti.
Cada día me doy cuenta de tu hermosura,
que guardas muy metida en tu alma,
tú has convertido mi tedio en frescura,
tú cada día, me haces vivir en calma.
Déjame acariciarte ¡oh mi buen tesoro!
tú que tienes el alma tan divina,
vuelvo a decirte que yo te adoro,
tú calmaste la sed, a mi alma peregrina.
Pero déjame por favor mi amor declararlo,
porque tú una mañana, te cruzaste en mi camino,
te dije que te amaba, pues sin saberlo,
que tú serías el sostén de mi destino.
Soy tan feliz,
cuando tú estás conmigo,
porque este amor, ya no lo podemos guardar,
ven… alcemos vuelo,
pues yo contigo,
he vuelto de nuevo, de nuevo a amar.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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