Con una belleza incomparable camina la muerte
hacia su amado balcón.
En sus vestimentas transparentes se nota sus
bellos paisajes con grandes acantilados y jardines de flores, sus cabellos
llegan hasta el suelo y al caminar destilan negras sombras que buscan un poco
de luz.
Hermosa te miras desagradable muerte, que
tristeza que la mitad de ti sean huesos, que tristeza que con arapos viejos te
tengas que cubrir.
Por los huesos se nota que no tienes corazón,
dime bella muerte ¿Por qué la mitad de ti es bastante humana?, ¿Por qué esa parte
me hace suspirar por ti?.
Pareces Diosa en vez de mujer.
Qué tu piel tan negra y brillante no te haga
sentir diferente, eres lo que eres simplemente muerte.
Tu desnudez ha marcado los atardeceres y en tu
espalda las salidas del sol, no te cansas de mostrar que no sólo eres piel y
que en ti el aroma a flores también está.
Dime muerte, ¿Por qué tú rico aroma es tan
fuerte?, ¿Es así que con tu guadaña atrapas la poca vida de las almas?, ¿O es
que acaso las hipnotizas como a mí con tus hermosas fuentes?
Dime muerte, que la desnudez de tu piel tan
negra no te haga sentir diferente.
Tus ojos mi bella muerte y esos labios tan
tersos que belleza la tuya aunque tus interiores también estén negros.
Muéstrame más bella muerte que me has
cautivado, muéstrame más bella muerte aunque me lleves a tú lado.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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