Mi amor, te he visto pasar en la noche
estrellada
como azul exhalación que rauda se aleja
y que en el espacio infinito una estela deja
como áurea melena de una sirena dorada.
Por el espacio infinito de la aurora rosada
vi de oro y grana teñida una gualda guedeja;
de rubio querubín la cabellera bermeja
semejaba que por el céfiro iba arrastrada.
Amor, vuelve junto a tu amado en la noche
eterna,
aunque tenga que besar los labios de la
muerte.
Antes prefiero su tétrico abrazo a perderte
en la triste soledad de tan negra caverna.
Mi corazón no podrá ser jamás consolado
si ya vivir no puedo eternamente a tu lado.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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