Dicen que dejó de escribir poesía
porque perdió quien lo inspiraba
su alma hundirse en la melancolía
mientras en las noches sólo lloraba…
Su día pasaba entre lágrima y lágrima,
nada le servía, nada le consolaba,
no quería a los demás inspirar lástima,
dejaba que el tiempo lentamente pasara…
La nostalgia era su pan de cada día,
sus versos se perdían en el recuerdo,
el polvo y las telarañas todo lo cubrían,
mientras también descuidaba su cuerpo…
Solía perder su mirada en el cielo,
quizás buscando en las estrellas,
en sus palabras un continuo rezo,
rogando que un día ella volviera…
Se paraba largo rato en la puerta,
esperando que su amor llegara,
sus esperanzas ya casi muertas
y en sus ojos la pena desesperaba…
A su Dios diariamente se encomendaba,
implorando que la felicidad le devolviera,
sólo el silencio a sus ruegos contestaba,
lloraba porque el tiempo retrocediera…
Un día muy temprano lo vieron marchar,
nada material consigo él se llevaba,
dicen que con su pena ya no pudo batallar,
olvidados en casa, sus poemas quedaban…
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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