El contumaz horizonte anheloso escudriño.
Tu vaporosa figura distinguir espero.
Las olas del mar oteo.
Quizá tus caricias me envíen.
Al despuntar el amanecer, la ilusión,
de tus besos volver a sentir,
mi consuelo es.
La mirada de tus perspicaces ojos,
mis nublados días necesitan.
Tu inevitable separación,
tatuada en la memoria permanece.
El calor de tus manos en la mías,
cada día, menos lo siento.
Te extraño, eso si te lo aseguro.
Las ondas del viento,
el silencioso aroma de tu ausencia, me lo
trae.
Mis soledades cada día menos son,
poco a poco se van alejando,
cada día son menos.
La luz de la luna viste de un pulcro tul,
los pensamientos míos,
en la mente, van siendo menos azarosos.
Ya estoy aprendiendo a vivir sin ti.
esposa mía.
De todos modos, falta me haces.
A recordarte, un par de lágrimas,
por mis mejillas ruedan.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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