Ábrete a mi sin ser cielo,
mójame sin ser agua, 
y háblame en silencio. 
Sumérgeme en tu piel
y hiéreme a besos.
Déjame que muera en tu ombligo
y que me plasme sin consuelo
en la estrechez del beso. 
Moriré náufrago en tu vientre
y sobreviviré mareas de abrazos, 
en la red salada de tu cuerpo. 
Y seremos uno por siempre 
en la luz de cada estrella 
y en el calor de todos los fuegos.
Autor  
Antonio Carlos Izaguerri
 
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