Llegaste a la puerta de mi casa, como un
viento sin dueño,
Como
tormenta sin rumbo, como luna sin noche, como flecha de perdida de cupido. No sé cómo sabias que
guardaba una silla, un vaso de vino y un poema para lavar tus penas; Llegaste,
te instalaste, viviste esa noche de
invierno como la mejor de tus primaveras
y yo lo disfrute.
Me gustaba tu risa sonora y la soledad de tu
mirada, Cure en muchas noches tus heridas, bebí tu llanto y te hable de un
mañana; Pero tú seguías anclada en el pasado, lamias tus heridas y escarbabas
en tu dolor. Buscaba siempre en la noche las luces como dagas para hundirlas en
tus sombras.
Te arrope con mis alas, te enseñe a volar, le
di fuerza a tu presente y derrote tu pasado…Poco a poco fuiste llenando de
luces tu oscura vida pasada, reías diferente, Tú caminar altanero por los
sueños empezó a ser luminosos, Tú mirada, empezó a brillas, tus alas estaban
listas para el vuelo.
Fuiste tan previsible como un día nublado, tan
efímera como una nube gris. Siempre supe que un día tenías que irte, volar
quien sabe por qué rumbo, Nunca quise
darte por alcoba una jaula, ni un papel pautado para tu canto, Me gustabas
libre, traviesa, sonriente; desbordante de juventud y sueños.
Nunca disfrute de tu cuerpo, tus besos y
caricias tan deseadas; pero si, de la dulzura de tú corazón. Las primeras
noches fueron de desvelo, inconsistencias y de mucho amor, Cuidaba tus sueños y
alumbraba tus pesadillas y seque siempre
tus lágrimas, Te aprisione en mi pecho hasta que tu llanto cesara y quedabas
dormida, como pajarito herido y de alas mojadas.
Trajiste a mi vida muchos despertares nuevos y
mañanas luminosas, Con palabras toscas y sin sentido me dabas poesías y te
reías de lo que escribía. Llenaste de olores mi jardín y plantaste rosas
nuevas, de tallo salvaje. Pero la vida nunca desborda la copa de los sueños… se
vacía sola.
Siempre supe que algún día tenía que marcharte
y te pedí, que cuando llegara ese día, lo hicieras como en un inicio, como
viento que llegaste. No hubiera soportado verte partir…es más, creo que no lo
hubiera permitido, Hubieras herido mi costado izquierdo y sangrado mi poesía.
Hoy de tarde, en la terraza de mi estudio, el
viento me trae tu aroma, Escucho tus risas, parece que hasta te veo bailar
mientras toco la guitarra Y con ironía recitas versos y descompones la tarde y
armas tu fiesta…Luego te sientas a mis pies y me pides que cante la canción que
te compuse.
En la última estrofa, ya estoy llorando, tengo
el corazón en un puño. Tu recuerdo en mi garganta y tu sonrisa en el último
vaso de vino…Llévame contigo paloma silvestre, enséñame tu mundo, descúbreme tu
cielo. Quiero ver y sentir tu felicidad por siempre,
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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