viernes, 14 de febrero de 2020

TU LIBERTAD ME HACE PRESO DE LA FELICIDAD.

Llegaste a la puerta de mi casa, como un viento sin dueño,

Como  tormenta sin rumbo, como luna sin noche, como flecha de  perdida de cupido. No sé cómo sabias que guardaba una silla, un vaso de vino y un poema para lavar tus penas; Llegaste, te instalaste, viviste esa noche  de invierno  como la mejor de tus primaveras y yo lo disfrute.

Me gustaba tu risa sonora y la soledad de tu mirada, Cure en muchas noches tus heridas, bebí tu llanto y te hable de un mañana; Pero tú seguías anclada en el pasado, lamias tus heridas y escarbabas en tu dolor. Buscaba siempre en la noche las luces como dagas para hundirlas en tus sombras.

Te arrope con mis alas, te enseñe a volar, le di fuerza a tu presente y derrote tu pasado…Poco a poco fuiste llenando de luces tu oscura vida pasada, reías diferente, Tú caminar altanero por los sueños empezó a ser luminosos, Tú mirada, empezó a brillas, tus alas estaban listas para el vuelo.

Fuiste tan previsible como un día nublado, tan efímera como una nube gris. Siempre supe que un día tenías que irte, volar quien sabe por qué  rumbo, Nunca quise darte por alcoba una jaula, ni un papel pautado para tu canto, Me gustabas libre, traviesa, sonriente; desbordante de juventud y sueños.

Nunca disfrute de tu cuerpo, tus besos y caricias tan deseadas; pero si, de la dulzura de tú corazón. Las primeras noches fueron de desvelo, inconsistencias y de mucho amor, Cuidaba tus sueños y alumbraba tus pesadillas y seque  siempre tus lágrimas, Te aprisione en mi pecho hasta que tu llanto cesara y quedabas dormida, como pajarito herido y de alas mojadas.

Trajiste a mi vida muchos despertares nuevos y mañanas luminosas, Con palabras toscas y sin sentido me dabas poesías y te reías de lo que escribía. Llenaste de olores mi jardín y plantaste rosas nuevas, de tallo salvaje. Pero la vida nunca desborda la copa de los sueños… se vacía sola.

Siempre supe que algún día tenía que marcharte y te pedí, que cuando llegara ese día, lo hicieras como en un inicio, como viento que llegaste. No hubiera soportado verte partir…es más, creo que no lo hubiera permitido, Hubieras herido mi costado izquierdo y sangrado mi poesía.

Hoy de tarde, en la terraza de mi estudio, el viento me trae tu aroma, Escucho tus risas, parece que hasta te veo bailar mientras toco la guitarra Y con ironía recitas versos y descompones la tarde y armas tu fiesta…Luego te sientas a mis pies y me pides que cante la canción que te compuse.

En la última estrofa, ya estoy llorando, tengo el corazón en un puño. Tu recuerdo en mi garganta y tu sonrisa en el último vaso de vino…Llévame contigo paloma silvestre, enséñame tu mundo, descúbreme tu cielo. Quiero ver y sentir tu felicidad por siempre,


Autor  
Antonio Carlos Izaguerri

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