A sabiendas y a pesar mío.
Te marchaste con otro amor
Me quedé solo y triste
Con la ilusión, de que así como te fuiste
Pronto aparecería un nuevo amor
Caminaba con mi tristeza
Sin ninguna dirección
En un momento cerré mis ojos
Apareció tu imagen fresca y radiante
Deambulando por mi mente
Sin ninguna restricción
Mi cuerpo quedó pasmado
Mis oídos no escucharon sonido alguno
A pesar del ruido tormentoso, de pitos y
palabras injuriosas
Que no cesaban de gritar
Me encontraba en medio de una calle
Atestada por iracundos conductores Deseosos de
abrirse paso, a como diera lugar
Una chica, que casualmente pasaba
Vino como un ángel de la guarda
Tomó mi mano y me dijo: tranquilo, no te
afanes. Déjate llevar.
Hoy ese ángel de la guarda
Es mi nuevo amor
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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