Desperté temprano, diría de madrugada.
El canto de un gorrión lo hizo,
y no me enojo, si el jamás quiso
Que mi sueño liviano dejara mi almohada.
Aprovecho y me levanto, salgo al balcón.
Contemplo el alba, sereno y descalzo,
y observo las aves, cuantas que son.
Cuál será quien me privó del descanso?
Por el Oriente la luz de siempre,
activa, vital, resplandeciente.
Presta a evaporar el rocío en la gramilla.
Su trabajo no cesa, sea Junio o Diciembre,
Siempre viva, servicial, candente.
El ciclo es el mismo, y misma la maravilla.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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