Estoy perdidamente prendido de ti,
como lo está, el arraigado árbol en la tierra.
Y lo estoy, porque alocas mis sentidos
alimentándolos del fluir de tu alborozo,
al llenar de suavidad mi áspera vida.
Derrites mis penas con el cálido fervor de tu
alegría,
ahora, mis amaneceres son maravillosos,
comparto contigo cada una de mis ilusiones,
y por primera vez, siento que el destino
me deja disfrutar la existencia del vivir,
que ni el paso presuroso del tiempo
hace estragos en mi persona.
Veo llora al cielo y derrama torrencial
felicidad,
ya no es negrura de asfixiante agonía, tampoco
las ráfagas de viento son tornados de
desdicha;
ahora, son diluvios de euforia,
que me provocan un tsunami de suspiros
en completa ventura, porque tú …
le entregas la total calma a mi intempestiva
vida
me emocionas a tal grado, que quiero seguir
viva,
porque estoy de ti enamorado
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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