viernes, 6 de marzo de 2020

OCASO.

No tengo más sentimientos que el deseo de tenerte,
de besarte y consentirte y con mis manos tocarte,
es el anhelo que tengo aunque nos separe el tiempo,
pero ahora eres mi vida y mi deseo es tenerte
con el anhelo de amarte de poseerte y amarte,
hasta más allá de la muerte.
Nunca pensé que el amar de cerca o en la distancia
llenara mi corazón de este sosiego de amor,
que de noche me despierta deseándote con pasión.
Eres único en mi vida, no hubo otra como tú,
que recorriera mi cuerpo, mi mente y mis pensamientos.

Me tocas con la mirada y me traspasas tus besos,
y fijando esa mirada me recorres todo el cuerpo,
y tus caricias alborotan la pasión en la que envuelvo
el amor que en ti nació y trasmitiste en  el tiempo.
Y te dejé penetrar en mi piel y en mi sangre,
con pasión y con ternura te poseíste de mi cuerpo,
y vertiste el torrente de sangre que en mí brotó
aquella primera noche que latió mi corazón,
por tu mirada y tus besos que me llenaron de amor.

Ya la vida es un ocaso, y el tiempo que queda es corto,
pero no será el final para una entrega de amor,
de caricias y de besos impregnados de pasión,
que han unido nuestros cuerpos
y llenan el corazón que entre la luna y el sol
hemos  vivido los dos.

Ya la vida es un ocaso y el tiempo que queda es corto,
pero no será el final para una entrega de amor,
de caricias y de besos impregnados de pasión,
que han unido nuestros cuerpos y también el corazón,
en tiempo de luna llena o cuando nos brilla el sol,
de  este amor que en la distancia nos ha regalado la vida.


Autor  
Antonio Carlos Izaguerri

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