Por una de tus cejas hechiceras
te bajaría el cielo y las estrellas:
por el mirar de tus ojos de diosa
las mañanas resultan más bellas.
Esos tus ojos negros azabache
trastornándome, cuando miran, la mente:
quisiera junto a mi tenerlos siempre
iluminando el cielo de mis noches.
Sensible es tu mirar cuando me miras
adornas con tus ojos refulgentes
todo mi derredor, brilla la vida...
siento en mi pecho un fuego
incandescente.
Robar quisiera tus ojos morunos
para besarlos amorosamente:
sentir tu corazón latir candente
como jamás vibrar pudo ninguno.
Sólo falta que cuando me miren
vengan acompañados de una sonrisa
para ver cómo brillan los míos
ante el perfume de tu grata brisa.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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